lunes, 24 de agosto de 2009

RECORDANDO AL BUEN AMIGO, DR. JENARO SANCHO MARTÍNEZ DE VIRGALA, EN EL TERCER ANIVERSARIO DE SU FALLECIMIENTO.

El próximo día 31 de agosto se cumplirá el tercer aniversario del fallecimiento del Dr. Jenaro Sancho Martínez de Virgala, "Hijo Predilecto de Sant Boi de Llobregat", veterinario de profesión y que a lo largo de su dilatada vida, desarrolló una intensa labor en favor de las personas más desfavorecidas y necesitadas. De su propia iniciativa, es el el título de "Villa Hospitalaria", que con orgullo distingue a nuestro municipio. Fue Secretario y auténtico impulsor del "Patronato Local Pro Rehabilitación Social del Enfermo Mental", que facilitó la apertura al exterior de nuestros hospitales psiquiátricos en 1967, abriendo paso a la llamada Psiquiatría Social. Estaba en posesión de la Carta de Hermandad, concedida por la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. Tuve el privilegio de colaborar muy estrechamente a su lado en mi condición de vocal de Prensa y Propaganda del referido Patronato, y de ahí se forjó una muy buena amistad, que perduraría hasta el final de sus días. En su recuerdo, reproduzco un poema que escribió bajo el enunciado de:
CONVIVENCIA 67
Mamá, ¿te acuerdas cuando íbamos juntos
por camino polvoriento,
en la mano derecha un gran ramo de flores
y la izquierda apretando muy fuerte tus dedos,
respirando despacio y sin ruído,
la mirada en el suelo,
y anhelando llegar cuanto antes
hasta el cementerio?
Rezábamos juntos, dejando las flores
en la tumba de mi padre muerto
y otra vez desandando lo andado,
y otra vez en silencio,
sin el ramo en la mano derecha
pero si con la izquierda en tus dedos.
Mamá, ¿tú no sabes por qué yo no hablaba,
por qué iba corriendo?
Detrás de aquel muro tan alto, tan largo,
muro de misterio,
me decían que había hombres locos
y tenía miedo.
¿No te acuerdas que yo no miraba?
Aquel muro tan alto y tan largo, aún era pequeño...
y podían pasar por encima,
¡Yo tenía miedo!
Pero un día, temblando, temblando,
ni yo lo comprendo, enntramos detrás de los muros
todos los del pueblo:
niños a montones, mujeres y hombres,
jóvenes y viejos
y casi que lloro al pensarlo:
allí no vi locos, ni vi hombres fieros.
¿Por qué me engañabais
si sólo hay enfermos?
Y dicen que pueden curarse
si los comprendemos.
Mamá, ¿por qué son tan malos los hombres
de fuera, para los de dentro, si ellos no son malos, sino sólo enfermos?
Mamá, yo los quiero
y he de hacer que otros niños los quieran
porque ellos son buenos.
Mamá, cuando quieras que le lleve flores
al papá del cielo,
no vengas conmigo, déjame ir solo:
YA NO TENGO MIEDO.
Llevaré las flores en la mano derecha
sin coger con la izquierda tus dedos,
pues los muros tan altos, tan largos,
ya no son pequeños;
y los hombres que están encerrados,
también son muy buenos.
Cuando quieras, mamá, ven conmigo,
iremos a verlos
y llevarles el amor que les niegan
los que creen ser cuerdos.
A ofrecer a papá la oración y las flores
hasta el cementerio,
no vengas conmigo, ya puedo ir solo...
YA NO TENGO MIEDO.
Autor: Jenaro Sancho Martínez de Virgala